Una sube, la otra en caída libre

Una sube, la otra en caída libre

 Dulce es el nuevo rostro que rompe viejas tradiciones de los mismos grupos saqueadores

 

La pequeña gran diferencia entre Dulce Silva y Lorena Cuéllar, son algunos años de edad. Mientras la primera vive la etapa más productiva de su vida, la otra refleja un paralelismo con su declive en las encuestas de opinión.

Dulce Silva se dedica a construir puentes y a abrir puertas para traer empleo, progreso y justicia. No sucede lo mismo con su adversaria temporal, afecta a los proyectos truncos, uno tras otro, con una visible obsesión.

Hay un tiempo para cada cosa. Tiempo para reflexionar y tiempo para ser obcecado. Tiempo para edificar torres y tiempo para destruir con múltiples engaños. Tiempo para salir airosos de injusticias, y tiempo para sostener años y años dolorosas mentiras.

Lo bueno de esta sana competencia es allanar los conceptos de la gente estableciendo parámetros de conveniencia, y de honestidad, y de creatividad, y también de quienes han vivido al amparo de gobiernos agujerando en cada oportunidad las finanzas públicas.

Son esas pequeñas razones explicativas de un posicionamiento extraordinario en el corto plazo y la disminución sostenida porque se ha sido incapaz de  enmendar actos de simulación, desde cobrar los emolumentos de alguien a quien en mala hora recibió algún favor, hasta obligarle a renunciar a prerrogativas o derechos para erigirse en la parte dominante de una relación laboral o política.

Cada peldaño ascendido, cada punto positivo ante la opinión pública, a una le ha costado comprometer su patrimonio, pero  su contraparte invariablemente ha sacado ventaja a la confianza superior depositada en ella.

Esas son las pequeñas grandes diferencias tomadas en cuenta por militantes y simpatizantes de Morena a la hora de formarse un concepto entre la que sube y la que decrece.

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