Aquí yace la democracia: fue asesinada por el voto - 1
Aquí yace la democracia: fue asesinada por el voto

Aquí yace la democracia: fue asesinada por el voto

La elección de jueces, magistrados y ministros no democratizó la justicia: la convirtió en rehén del poder.

"Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; más cuando domina el impío, el pueblo gime."
— Proverbios 29:2

Como advertí en El Nuevo César, el poder no debe ser un botín ni una corona, sino una responsabilidad con el pueblo. Sin embargo, como desarrollé en La imposición disfrazada de democracia, esa responsabilidad se ha transformado en un teatro de engaños y pactos oscuros.

Hoy, ante la elección popular de jueces, magistrados y ministros, no presenciamos un avance: vimos el cierre definitivo del círculo vicioso. La urna, que debía simbolizar la voz del pueblo, se volvió el ataúd de la democracia. El acto final. El punto sin retorno.

Aquí no hay concesiones ni esperanza decorativa. Lo que parecía apertura fue, en realidad, la jugada maestra para secuestrar la justicia. Se rompió la autonomía, se convirtió la ley en botín electoral y se oficializó la dominación total. Ya no es teatro: es cementerio.

📌 I. 👁 Como crítica institucional
Desde una perspectiva crítica e institucional, la elección por voto popular de jueces, magistrados y ministros representa un retroceso grave en los pilares de la justicia constitucional y de la teoría democrática moderna.

Un juez no representa al pueblo. Representa a la ley. Su deber no es ganar aplausos ni votos, sino aplicar la Constitución con técnica y ética. Convertirlo en candidato lo convierte en rehén de intereses. La justicia deja de ser contrapeso: se vuelve una pieza en el tablero del poder.

¿Quién financia sus campañas? ¿Qué intereses colocan a un juez en la boleta? ¿A quién debe lealtad? ¿Al pueblo, al partido o a quienes compraron su imagen?

Esta elección no democratiza: subordina.
No transparenta: oculta.
No empodera: simula.

Es un disfraz de participación con los hilos bien amarrados desde arriba.

📌 II. 🧠 Como mirada estratégica
Desde el cálculo político, esto no fue ingenuidad: fue estrategia.

Con mayoría territorial, clientelar y mediática, Morena se asegura una Suprema Corte obediente, tribunales funcionales al régimen y justicia domesticada. La técnica jurídica cede ante la lógica electoral. El control total se consolida: Ejecutivo, Legislativo... y ahora Judicial.

Pero la jugada es riesgosa. Al eliminar el último contrapeso autónomo, se dinamita la capacidad del sistema para corregirse. El poder ya no tiene árbitros. Solo tiene impulso, propaganda y obediencia. El resultado no es estabilidad: es estancamiento, polarización e impunidad.

Y no se trató de un experimento local. A nivel nacional, se eligieron más de 1,600 cargos judiciales por voto popular en este ciclo electoral. Más de mil seiscientas posiciones que debieron ser técnicas, analizadas y revisadas en función de su integridad y capacidad jurídica, fueron convertidas en fichas de campaña.

En Tlaxcala, esto se vivió con una crudeza particular: participación mínima, desinformación generalizada y boletas donde la justicia se diluyó entre nombres que nadie conocía.

📌 III. 👤 Como ciudadana consciente
Esta elección fue una trampa envuelta en papel de regalo.

Boletas llenas de nombres desconocidos. Sin información, sin trayectoria clara, sin deliberación pública. ¿A quién se eligió realmente? ¿Cómo ejercer un voto responsable si todo lo que se ofrece es oscuridad?

La participación apenas rebasó el 13% en Tlaxcala. Menos de 2 de cada 10 votantes sabían a quién elegían. Eso no es democracia. Es coreografía.
Ritual vacío.
Participación sin conciencia.
Democracia sin verdad.

📌 IV. 🎭 El fin real tras bambalinas
Aunque el gobierno repita el mantra de “acercar la justicia al pueblo”, el objetivo fue otro: domesticar al Poder Judicial.

Cinco actos evidencian la colonización institucional y sus consecuencias directas:

⚙ 1. Captura del Estado:
Con la elección de jueces, magistrados y ministros afines, el Ejecutivo termina de absorber al Judicial. Ya no hay división real de poderes: hay jerarquía vertical.

📉 2. Asfixia del pluralismo:
Perfiles con trayectoria ética, técnica o visión crítica fueron desplazados. Se privilegió la lealtad sobre la competencia.

💸 3. Legitimación de la obediencia:
El voto fue usado como coartada para “lavar” decisiones impuestas desde arriba. Participación simulada: la ciudadanía sirvió de escudo, no de actor protagónico.

🧱 4. Blindaje del régimen:
Con jueces, magistrados y ministros obedientes, el régimen asegura impunidad. Ninguna denuncia de corrupción incomodará a quienes manejan los hilos. El Estado ya no se vigila: se autoprotege.

📊 5. Reducción de la justicia a espectáculo político:
Ya no se argumenta con derecho. Se grita con slogans. Y la justicia se convierte en espectáculo.

📌 V. ❌ ¿Quién gobierna realmente?
¿El pueblo o el partido?

No nos engañemos. Esto no fue una elección limpia. Se sellaron cajas, hubo urnas sin conteo público y tanto el ITE como el INE actuaron como cómplices silenciosos.

El voto no es justicia si las reglas están hechas para favorecer al poder. Cuando la información se oculta y la voluntad popular se manipula, el sufragio se convierte en farsa.

Aquí no hubo pluralismo.
Hubo obediencia.

¿Quién financió esas campañas?
¿Qué nombres están detrás?
¿Dónde quedó la justicia, si ahora tiene dueño?

📌 VI. ⚖ Las consecuencias del secuestro institucional
Ejecutivo, Legislativo y Judicial: todos bajo un mismo puño.

¿El resultado?

Cero contrapesos.
Cero independencia.
Cero justicia.

Las minorías quedan desprotegidas. La Constitución se convierte en ornamento. Y el pueblo, una vez más, fue utilizado como pieza de legitimación, no como sujeto de poder.

📌 VII. ¿Y nosotros?
No podemos callar. No podemos normalizar esta trampa.

No basta con votar. No basta con indignarse en privado. La justicia debe volver a ser justicia.
Y eso solo se logra con palabra, denuncia y memoria.

Porque la democracia no es una boleta.
No es una urna.
No es un nombre.

Es equilibrio.
Es verdad.
Es rendición de cuentas.

Y mientras eso no exista, la democracia seguirá muerta, enterrada bajo propaganda.

🧩 Conclusión
La elección de jueces, magistrados y ministros no fue un paso hacia la democracia.
Fue su cancelación.

La urna fue el ataúd de la justicia.
Y el voto, el disfraz del secuestro.

Que nadie se engañe:
Votar no borra la captura.
No limpia la obediencia.
No corrige el pecado original.

Hoy no tenemos una Corte que represente la ley.
Tenemos una Corte que representa el poder.

Y si de verdad queremos justicia, empecemos por nombrar la mentira, desmontar la trampa y exigir una reforma verdadera, legítima y republicana.

“Que la indignación no se quede en columna: que se transforme en exigencia, en organización, en reforma”.

✍ Porque seremos…
la contracara del poder,
la contracara del olvido,
la contracara del silencio.
Y también,
la contracara del ruido que no escucha.

Donde el silencio ya es delito.
Desde el lado incómodo de la historia.
Desde la contracara.

Victoria Aburto
No milito, escribo. Desde El Carmen Tequexquitla, Tlaxcala.
Periodista | Comunicadora crítica | Voz incómoda de la justicia social
La conciencia no tiene partido. La palabra tampoco.

Comentarios