
Cuando el relato incomoda: Noroña y Ramírez Cuéllar en la apertura simbólica del 2027
Por Raúl Reyes Gálvez
“Toda batalla política es antes que nada una disputa por el sentido común: por quién cuenta la historia, desde dónde y para qué.” Antonio Gramsci
El inicio del juego: mover primero es narrar primero
Este viernes, sábado, domingo y lunes, Querétaro será el tablero donde Morena mueva sus primeras piezas mayores rumbo a la elección de 2027. Y no lo hará con tecnócratas ni con operadores electorales. Lo hará con símbolos narrativos de alta intensidad: Gerardo Fernández Noroña, senador, agitador político y guerrillero de la palabra, y Alfonso Ramírez Cuéllar, diputado, dirigente histórico y arquitecto legislativo de la Cuarta Transformación.
Ambos llegan no a convencer: llegan a incomodar. A poner en jaque la narrativa panista, a agrietar el mito de la ciudad modelo, a desestabilizar la normalidad discursiva del PAN queretano. Vienen a sembrar conflicto narrativo, a disputar la hegemonía desde el terreno simbólico. Como en toda apertura de ajedrez, no buscan el jaque inmediato, sino ocupar el centro del tablero cultural, forzar movimientos defensivos, e imponer una nueva gramática política.
Noroña: el relato que incendia
Gerardo Fernández Noroña no llega a moderar el tono. Llega a ensanchar los márgenes del conflicto. Su narrativa se forjó en la calle y se consolidó en la tribuna, con un estilo frontal, polémico y emocional. En 2009, denunció a Genaro García Luna como asesino y operador del narco, años antes de que la justicia estadounidense confirmara su culpabilidad. Esa coherencia narrativa entre pasado y presente es el eje de su legitimidad.
Pero Noroña no es solo memoria: es desborde simbólico. Representa la posibilidad de convertir la crítica en relato, el agravio en consigna, la herida en identidad. Su visita a Querétaro reactivará tópicos que el PAN local no ha logrado cerrar: el colapso del cárcamo de 5 de Febrero, el contrato con Seguritech, el proyecto hidráulico de El Batán. Para él, no son obras fallidas: son signos de una decadencia estructural. Y los narrará como tal.
Ramírez Cuéllar: el relato que ordena
A su lado, Alfonso Ramírez Cuéllar cumplirá una función distinta pero complementaria. Donde Noroña incendia, Ramírez estructura. Donde el primero polariza, el segundo institucionaliza. Su trayectoria —desde El Barzón hasta la Comisión de Presupuesto— le permite hablar desde la legitimidad técnica y social. Pero su papel en esta gira no será solo legislativo: será pedagógico.
Ramírez Cuéllar buscará dotar de racionalidad al conflicto, explicando cómo el modelo de ciudad exportable del panismo queretano reposa sobre privatizaciones, concentración presupuestal y desigualdad estructural. Su narrativa articulará los síntomas (corrupción, opacidad, desgaste institucional) con las causas (modelo excluyente, alianza con el capital rentista), y propondrá una nueva dirección política.
Una arquitectura transmedia de combate
La presencia de ambos no será solo presencial. Vendrán acompañados de una arquitectura transmedia cuidadosamente diseñada: conferencias, entrevistas, foros, cápsulas en redes, hashtags estratégicos, hilos virales, imágenes emocionales. El mensaje no será lineal: será multiplicado en distintos lenguajes y plataformas, buscando sedimentar en el imaginario colectivo la idea de que Querétaro no está tan bien como dicen, ni el PAN tan firme como aparenta.
Como enseña la narrativa política contemporánea, el relato no se impone desde el poder, sino desde la repetición, la emoción y la inteligibilidad. Morena sabe que para construir hegemonía no basta con tener razón: hay que saber contarla. Y este fin de semana lo hará con sus dos mejores narradores en escena.
El PAN sin relato frente a la irrupción
Frente a esta ofensiva simbólica, el PAN local llega sin relato estructurado. Sus voceros —incluido Martín Arango— han respondido con calificativos (“payaso”, “vergüenza”, “desestabilizador”), pero sin ofrecer una narrativa alternativa. El problema no es solo de discurso, sino de visión. No saben qué historia contar, porque ya no saben en qué historia están.
Durante un año, el gobierno panista no ha podido construir con éxito una contra narrativa emocional y épica contra las figuras de Gilberto Herrera y Fernando Avse, quienes, desde la trinchera local, han articulado una oposición simbólica eficaz, especialmente en el territorio digital y ciudadano. Ahora, con la incorporación de Noroña —figura de alto voltaje narrativo—, la cosa se complica. Se profundiza el desequilibrio discursivo. La batalla ya no es entre un gobierno y sus críticos, sino entre una hegemonía desgastada y una insurgencia narrativa que articula pasado, presente y futuro.
Todo esto ocurre mientras cientos de millones de pesos públicos han sido canalizados a comunicación institucional sin lograr sedimentar una narrativa convincente. Es el vacío simbólico lo que está devorando al PAN queretano, no la falta de obra pública ni de estructura partidista.
Última escena: la hegemonía se disputa incomodando
Este fin de semana no inicia una campaña, ni una gira legislativa. Inicia una ofensiva hegemónica, donde el poder se mide en su capacidad para generar conflicto narrativo, interpelar a los descontentos y transformar el malestar en dirección política.
Noroña y Ramírez Cuéllar no vienen a sumar simpatías, sino a reconfigurar el relato de lo posible en Querétaro. Quien domine esa historia —quien la articule, la repita y la encarne— no solo ganará en 2027: conquistará el porvenir simbólico de una región que ya no es invulnerable.
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