El asesinato de Carlos Manzo, mensaje con destinatario - 1
El asesinato de Carlos Manzo, mensaje con destinatario

El asesinato de Carlos Manzo, mensaje con destinatario

El asesinato de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, Michoacán, no solo es otro crimen en la estadística.

Es el brutal espejo del país que nos estamos permitiendo ser, que estamos dejando que sea.

Y no es sólo por el cobarde asesinato del presidente municipal de Uruapan, sino el sentimiento de la clase política que ya no se indigna, que ya no le duele, que ya no le importa.

En el paisaje informativo, es una muerte más, para una familia es el artero y cobarde asesinato de la cabeza de familia, para un municipio es la tristeza de haber perdido a un valiente, para un estado es un tema de pronta atención sin visos de solución, para una presidenta es un ataque personal hacia su administración de los periodistas, de los que sirven a la derecha, de los comentócratas, de los conservadores y para la dirigente de morena, su partido, es politiquería.

¿Pero qué es para el resto del país?

Al menos me siento encabronado para tantos muertos, tantas balaceras, tantos crímenes, tantos cobros de piso y tanta pinche impunidad.

Y no, no fue un hecho aislado. Que no la chingue la autoridad.

Fue un mensaje con destinatario: La política no puede hacerse sin pedirle permiso al crimen organizado.

Carlos Manzo se atrevió a gobernar sin padrinos oscuros, a poner el dedo donde duele, y por eso lo callaron.

No lo mataron solo a él, mataron la posibilidad de un municipio sin miedo.

Como sociedad, estamos en una encrucijada, hay dos caminos se abren frente a nosotros, y ambos son consecuencia directa de nuestra indiferencia o nuestra reacción.

El primero —el más cómodo, el más peligroso y que muchos siguen—el del silencio, seguir viviendo de los programas sociales porque es más cómodo, es más fácil ser mantenido que trabajar, que emprender y de luchar. Sigan vendiendo su voto.

Si seguimos dejando que el miedo, la apatía y la resignación marquen la agenda, la delincuencia se arraigará como poder legítimo, seguirán muriendo y hasta que les toque a los tuyos vas a reaccionar y hasta que te des cuenta de que también tu solapaste, permitiste y te hiciste pendejo y de la vista gorda, hasta entonces querrás alzar la voz.

Cuando ya no te quede más libertad que la de quedarte encerrado en tu casa sin poder decir nada, hasta entonces, como si fueras cubano, te darás cuenta de que nunca defendiste nada y ahora quieres que alguien te salve de esa vida de miseria que tu mismo fomentaste y defendiste como un simio.

Ya no habrá necesidad de elecciones porque los criminales ya tendrán el control del territorio, la economía, las instituciones y hasta la narrativa.

Nos volveremos súbditos de un sistema paralelo donde el orden lo impone el miedo, y la ley será una broma macabra que nadie se atreverá a contar, porque se aplicará a los más incómodos, a los enemigos, a los detractores, a los críticos de ese sistema podrido y asqueroso.

El segundo camino, el más difícil pero el único digno, es levantar la voz y organizarse como sociedad.

No desde la trinchera política, sino desde la necesidad humana de vivir sin miedo.

No se trata de polarización ni de ideologías —se trata de sobrevivir sin que la violencia sea parte del contrato social, se trata de mirar al vecino y entender que el enemigo no está enfrente, sino arriba, entre quienes lucran con nuestra desconfianza y entre quienes callan mientras el país sangra.

El asesinato de Carlos Manzo debería ser un parteaguas nacional, no una nota que se pierde entre el escándalo y la distracción.

Porque si matan a quien tiene poder, imagina lo que pueden hacerte a ti.

Los políticos reaccionaron como siempre: Condenas, comunicados, abrazos en redes sociales, pero hoy y mañana, todo seguirá igual, más noticias de desaparecidos, más balaceras, más muertos.

El mensaje está claro, o los mexicanos nos defendemos entre nosotros, o seguiremos contando muertos mientras aplaudimos discursos vacíos.

No se trata de militarizar ni de linchar, se trata de reconstruir comunidad, de volver a creer en la organización vecinal, en la denuncia colectiva, en el acompañamiento ciudadano.

Porque la violencia no se combate con discursos; se combate con sociedad, con unidad, con memoria, juntos y organizados, creando frentes, obligando a quienes ostentan el poder a garantizar la seguridad de todos y a combatir la delincuencia.

Carlos Manzo Rodríguez no murió solo, lo mataron a la vista de todos, en un país donde la violencia ya no sorprende y donde el silencio nos convierte en cómplices.

Así que aquí estamos, entre dos caminos, seguir mirando hacia otro lado por conveniencia de el beneficio de un pinchurriento programa social o el de mirarnos a los ojos y decidir que ya fue suficiente.

Porque esta ya no se puede seguir culpando a Calderón ya no es política, es una lucha por la vida misma, por el futuro de nuestros hijos, de los nuestros

Puto el que no lo lea.

 

 

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Alejandro Aguilar Gómez, licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Altiplano, es periodista y empresario de medios con más de tres décadas de trayectoria. Fundador y CEO de Grupo Monitor, dirige los portales digitales Monitor Xpress y MX en la Noticia. Ha sido jefe de información en prensa escrita, director de noticiarios radiofónicos y consultor en marketing político y comunicación estratégica. Es Presidente Fundador del Colegio de Periodistas y Comunicadores de Tlaxcala A.C. (2025-2029) y ha recibido 2 Doctorados Honoris Causa por su contribución al periodismo en México. Reconocido especialista en comunicación social, marketing digital y gestión de crisis, combina la praxis periodística con la consultoría política y la innovación en tecnologías de opinión pública.
 

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