“¡Ni ángeles, ni serafines!”

“¡Ni ángeles, ni serafines!”

Por Alejandro Ruiz Robles

Vivir con miedo.

A cada paso que damos es común que enfrentemos dificultades, dependerá de nosotros y de las circunstancias saber si son o no superables y más aún, de las acciones y decisiones que tomemos y ejecutemos, su resultado.

Sea con llanto, coraje o mera voluntad, tenemos que actuar de la manera más inteligente y diligente para no afectarnos a la salud o bien, nublar nuestro adecuado razonamiento.

Las presiones como las satisfacciones son parte de nuestra vida y si bien, unas son más deseables que las otras; ambas son tan constantes como humanas y resulta obvio, que unas son mejor recibidas que otras.

Resulta importante señalar que aun cuando más frívola se pretenda llevar la vida o bien, se pretenda ser invulnerable, somos seres susceptibles de todas y cada una de las acciones que pretenda la vida y por más que pretendamos evadirla, la vida se vive a cada momento.

¿Nunca has pretendido escapar por unos segundos de este mundo?

 

Entre la sima y la cima.

Es verdad que no conozco a muchas personas, quizás si contara desde que nací hasta ahora y tomando en cuenta que hubiera intercambiado algunas palabras, podríamos hablar de centenas o en el mejor de los casos, algunos miles, pero si tomamos en cuenta que somos millones de seres en este mundo, queda claro que mi referencia sería muy limitada; no obstante, de algo estoy seguro … ¡no hay nadie en este mundo que no haya enfrentado una situación complicada por más mínima que sea!

Sin duda que el común denominador de los problemas es nuestra naturaleza humana y si bien, la divina pudiera mantenernos con esperanza, estamos hechos para los éxitos y los fracasos; la constante de cada uno en nuestra vida dependerá básicamente de nuestra voluntad y la capacidad que mostremos para aprender de ello, adaptarnos y superarlos.

En ese contexto … ¿cuál es tu actitud ante las vicisitudes?

 

¿Pobre de mí?

Si bien es cierto que a nadie le interesan las dificultades, a veces pareciera que las amamos y nuestras acciones y decisiones las atraen de manera involuntaria. De hecho, hay ocasiones en que, a pesar de tener la convicción de permanecer distantes de ellas, absolutamente todos los caminos nos llevan a ellas.

Y con ello, la dosis de sabiduría de ese refrán “cuando te toca, aunque te quites; cuando no te toca, ¡aunque te pongas!”.

Sin duda es una lección de vida y ante ellas, debemos prepararnos lo más adecuadamente posible.

De más está pretendernos hacernos víctima de las circunstancias, ya que por más contundente que sea nuestra actuación, llegará el momento en que tenemos que asumir la realidad y conducirnos de la manera que consideremos conveniente.

Sin duda no hay nada escrito y las acciones a tomar dependerán de nosotros; en el entendido que por más que lloremos, las lágrimas nunca serán la solución.

Sentir compasión por nosotros quizás nos disminuya ciertas ansiedades de manera temporal, pero estamos conscientes de que nunca será la solución … ¿o crees que sí?

 

Entre consuelos y falacias.

La vida es tan democrática que a todos nos da lecciones y sólo podremos aprender de ellas, cuando estemos listos para entenderlas y atenderlas.

Por más que pretendamos vivir un mundo de caramelo o en un universo alterno, la realidad siempre nos ubicará en ella; es decir, en nuestro espacio y tiempo. 

La fantasía es linda para contar cuentos y para entender mensajes, pero nunca  deberemos entenderla como el enfoque de nuestras vivencias.

Sea o no de nuestro agrado, vivir es un privilegio y aprender que tanto lo positivo como lo negativo son parte de nuestros días es esencial para avanzar en nuestro camino.

Parafraseando los textos divinos, hay cáliz que no quisiéramos tomar por el alto grado de complejidad que contienen; sin embargo, aceptarlo y hacerlo de la mejor manera nos ayudará a crecer y madurar, por el contrario, resistirse a él o en lo posible evitarlo, únicamente nos distraerá de nuestros objetivos esenciales.

De acuerdo con lo anterior, siempre habrá barreras tan altas que afrontarlas y superarlas será toda una odisea … ¿tienes la convicción para intentar avanzar a pesar de tus temores?

 

La fuerza de mi flaqueza.

A menudo tendemos a considerar que estamos hechos para todas las situaciones; no obstante, ante las complicaciones nos sentimos vulnerables y débiles. Tal condición pareciera una exhibición derrotista pero no debiera ser así, es válido sentir que los problemas nos sobrepasan, pero en nuestra actitud, conocimientos y convicciones se encuentra la justa dimensión de quienes somos y, una vez que nos tomamos unos instantes para ellos, resulta que somos más fuertes de lo que pensábamos.

No hay mayor motivación que transmitir a quienes amamos de que estamos bien y pronto mejorará nuestra situación, sea cual sea. Cuando ellos se sienten en paz con nuestro comportamiento, seguro hallarán armonía en nuestra compañía. ¡Eso es por demás agradable!

El sentido divino que damos a la fe para que nos procure y nos permita subsistir a pesar de nuestros malestares son tan humanos como cualquier otro dogma en que depositemos nuestras esperanzas. Lo que no es conveniente es depositar todas nuestras expectativas en ella; basta recordar la premisa “a Dios rogando y con el mazo dando”, es decir, lo sobrenatural es siempre complemento de la naturaleza humana y no es lo único.

Si el creer en un ser superior es un acto que con alegría manifiesta nuestra espiritualidad … ¿no consideras que es igual de importante el hacerlo con nosotros mismos como punto de partida?

 

Lo hago por mí.

Si soy un ser integral que, entre otras cosas, resulta de mis fortalezas y debilidades, mis defectos y virtudes, mis amores y desamores, mis coincidencias y contrastes; no tengo motivos para calificarme en función a ciertas facetas o un limitado número de dones o desatinos.

No hay nadie más poderoso en cada una de nuestras vidas que el ser que está frente a nosotros en el espejo, no deleguemos nuestro compromiso por asumir el rol que nos concierne en cada uno de nuestros destinos.

Aún cuando quisiera hacerlo, no hay ser superior ni divinidad alguna que acepte vivir por nosotros, a pesar de que así lo quisiéramos. Seguro que nos acompañará en cada momento y nos alentará con la misma intensidad que nuestros corazones así lo requieran, pero siempre respetará nuestras acciones y decisiones, ya que en ello se legitima su existencia.

En ese contexto, no pretendamos que otros aún y cuando seamos objetos de su amor, vivan por nosotros; entendamos que lo que no hagamos por nosotros, nadie lo hará y de recibir una ayuda, no será parte de nuestros logros, sino de los de ellos.

De más está levantarnos con la ilusión de que la suerte nos sonreirá, sin duda a veces habrá circunstancias o coincidencias que nos favorezcan, pero no serán una constante en nuestras vidas.

A mayor reflexión, si nuestros padres nos dieron la vida, valores, conocimientos y oportunidades para elegir libremente nuestro camino; desde luego, con la conformidad de un ente superior y la participación de otros seres de afecto durante nuestra existencia, seamos responsables de vivir acorde a ello y a nuestras propias metas, en el entendido que, por más dificultades que haya, en nosotros están los medios para superarlas e incluso vivir con ellas.

Siempre serán bien recibidas las muestras de amor de Dios, familia, amigos y conocidos, pero sólo nosotros estaremos en aptitud de tomar las decisiones acordes a nosotros y ejecutar las acciones correspondientes.

¿Estás dispuesto a enfrentar el máximo reto llamado “vida”?

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