Tlaxcala, en el corazón del nuevo sexenio
En política, las visitas dicen más que los discursos. Y cuando una presidenta de la República acude por tercera ocasión a un estado en menos de un año, no es casualidad, es mensaje. La más reciente visita de Claudia Sheinbaum a Tlaxcala confirma lo que para muchos era evidente: nuestro estado ha dejado de ser un rincón olvidado para convertirse en una pieza clave del proyecto nacional.
Desde que asumió la Presidencia de México, Sheinbaum ha construido una narrativa clara de continuidad con transformación. Y dentro de esa visión, Tlaxcala aparece cada vez más como un territorio estratégico. No solo por su ubicación geográfica privilegiada, sino por el terreno fértil que ha abonado el actual gobierno estatal para el avance de la Cuarta Transformación.
La gobernadora Lorena Cuéllar ha sido un puente confiable entre la federación y el pueblo tlaxcalteca. Su cercanía con el movimiento, su compromiso social y su disciplina institucional han dado resultados visibles, lo que ha generado que Tlaxcala no solo esté en el radar federal, sino en el mapa de las prioridades presidenciales.
En cada visita, Sheinbaum ha llegado con algo concreto: programas, apoyos, proyectos. En esta última ocasión, vino a reforzar el mensaje de que la transformación no se detiene y de que Tlaxcala será parte activa de lo que viene para el país. Pero más allá de los anuncios, hubo un momento que acaparó miradas y comentarios: la fotografía de la presidenta con Alfonso Sánchez García y Marcela González.
Se les vio cercanos, sonrientes, en confianza. Y en un ambiente político donde cada imagen comunica y cada gesto se interpreta, no faltaron quienes vieran en ese retrato algo más que un recuerdo del momento. ¿Estamos ante un primer guiño hacia el proceso sucesorio en Tlaxcala? ¿Podría ser esta una señal del rumbo que tomará el relevo generacional dentro del movimiento?
Alfonso Sánchez y Marcela González han sido piezas claves en la consolidación del lopezobradorismo en Tlaxcala. Comprometidos con la 4T desde sus primeras horas, representan a una generación de liderazgo con arraigo local, experiencia, y, sobre todo, con cercanía directa a la presidenta. Si a eso se suma el momento político que vive el estado, la imagen cobra un nuevo sentido.
Sea como sea, lo cierto es que Tlaxcala está en la escena nacional como hace mucho no lo estaba. Y cuando se conjugan una presidenta comprometida, una gobernadora eficaz y liderazgos emergentes con visión y temple, los escenarios futuros se llenan de posibilidades.
El reloj político ya empezó a correr. Y lo que hoy parece una fotografía más, mañana podría ser parte del álbum de la historia que estamos escribiendo.
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